Un día junto a la Carmelita

Las Carmelitas que en los momentos de la Eucaristía y del Oficio Divino se encuentran en el coro, son el alma del recinto, y las hermanas de Teresa. Ellas se levantan muy temprano a las 5.30 a rezar en común, tienen una hora de oración silenciosa e individual, para luego volver a reunirse a orar, tras lo cual se dedican al aseo de la celda.

A las 8.00 horas participan de la misa y luego toman un desayuno sencillo, para después dedicarse a sus horas de trabajo. Cada una tiene su propio oficio y ellas mismas tienen a su cargo todos los trabajos que demanda el convento. La excepción es su maravillosa huerta, donde dos trabajadores las ayudan por lo pesado y demandante del trabajo. Lo que produce esta huerta lo usan para su consumo, para el vino de la misa y para hacer mermeladas, que venden en la portería del monasterio. – También fabrican otras cosas, especialmente velas, que luego son vendidas en el Santuario. Así, ellas mismas producen lo que necesitan para vivir de forma muy sencilla.

Las Carmelitas tratan de vivir una vida lo más familiar posible en los momentos que no se encuentran en silencio, en trabajo personal o en el retiro individual. Tienen dos horas de recreo al día, donde lo más importante es la comunicación entre ellas y el compartir. Son todas muy diferentes, hay Carmelitas de todas las edades, pero a la vez muy cercanas; esa cercanía es tan importante que su Santa Madre n quiso que fueran más de 21, para poder mantener el vínculo estrecho. De hecho concebía sus conventos como ciudades fortificadas, donde se ha juntado gente escogida para hacer frente al adversario.

Nuestro carisma en la Iglesia es la vida de oración. El Concilio tiene una frase muy linda, dice que por mucho que urja la vida activa del apostolado, la contemplativa tiene un lugar de preeminencia porque enrique a la Iglesia con una “misteriosa fecundidad apostólica”. La oración es la vida de intimidad con el Señor; no sólo durante las horas fuertes de oración sino también el día con el Oficio Divino. Nuestro trabajo también es n momento de oración.

Las Carmelitas cargan sobre sus hombros el mundo entero. Ellas saben de los problemas de la Iglesia a través del periódico L’ Observatore Romano, y también a través de las revistas pastorales que reciben. Sus familiares, cuando las visitan en el locutorio, también les hablan de las necesidades del mundo. Los peregrinos, en tanto, se comunican con ellas por medio de cartas y a través del torno, donde les dejan sencillos regalos, como dulces o mercaderías. Las misivas van dirigidas a Teresa de Los Andes o a Juanita Fernández Solar, y tienen los más variados remitentes, desde sacerdotes y seminaristas tanto de Chile como del extranjero, hasta niños que piden por sus padres que se reconcilien etc.

Al caer de la noche con el rezo de Completas la jornada llega a su fin.