La familia religiosa nace de la íntima relación entre la experiencia eclesial mariana y la vocación carmelitana de nuestro fundador, por ello nos sabemos y sentimos porción viva del Carmelo Teresiano. A partir de esta experiencia fundante y del discernimiento de los signos de los tiempos nació el CMT. Teológicamente concebido en la unión en fe, esperanza y amor con la Iglesia: Dios y los prójimos, el CMT es llamado a un estilo de vida y acción apostólica marcada por la Espiritualidad eclesial.

El CMT está implicado por carisma en la promoción de la vida espiritual como pastoral de la eclesialidad, es decir, ir experimentando y enseñando que se puede experimentar la presencia de l a Iglesia como Persona, Cuerpo Místico de Cristo. El CMT hace de su vida una propuesta espiritual que puede servir de cauce para una estupenda forma de vivir la vida cristiana.

Nuestro carisma se puede definir como: contemplar, expresar y realizar el Misterio de Comunión que es la Iglesia, buscando y viviendo ser y hacer Iglesia en pequeñas uniones de fraternidad que son orantes, comunitarias y misioneras.

Éste debe ser entendido a partir de la experiencia mística de la Iglesia como Misterio de comunión en clave teologal que vive nuestro Padre fundador. Al entrar en contacto filial con sus escritos podemos darnos cuenta de la fuerte densidad teologal de nuestro carisma. Este está muy en consonancia con el magisterio actual sobre la Iglesia, que la ha redescubierto como Misterio de Comunión.