1983 término con un estallido de alegría y triunfo. El 17 de diciembre llegó a nuestra capilla de Los Andes una gran peregrinación de Santiago. Se trataba de un grupo de bomberos encabezados por la señora Olga Carrasco de la Vega, su hija y sobrinas que iban para agradecer el milagro que ellos testimoniaban haberse realizado. Dicho milagro consistió en la recuperación pronta y sorpresiva del voluntario de la Sexta Compañía del Cuero de Bomberos de Santiago, Héctor Uribe Carrasco. El joven Héctor sufrió un golpe eléctrico al rozar con su pantalón mojado, en los escombros de un incendio, un cable de 380 voltios, quedando completamente inconsciente y, según decían los médicos, con un edema pulmonar, un edema cerebral y ninguna posibilidad de vida, pues estaba clínicamente muerto.

Ante esta angustiosa situación, su madre, Sra. Olga Carrasco de la Vega, aconsejada por un voluntario amigo del accidentado, decidió ir hasta la cripta de Sor Teresa para implorar – según sus propias palabras -  por la vida de su hijo. La súplica la hizo en la capilla, acompañada de varios voluntarios y amigos de Héctor, el día 7 de diciembre, es decir 3 días después del accidente.

Según testimonio de la mamá y de los amigos, desde entonces empezó a dar señales de recuperación hasta quedar totalmente restablecido. Por este motivo, aun antes de ser dado de alta, ella organizó una peregrinación desde Santiago a Los Andes, a pie, para dar público testimonio de esta gracia obtenida por intersección de Teresa de Los Andes. Llegaron a su meta el día 17, después de haber caminado toda la noche y esa mañana hasta las 16 horas. Sólo detuvieron su marcha algunos momentos para comer y renovar fuerzas. Aún antes de llegar, los voluntarios del Cuerpo de Bomberos de Los Andes empezaron a tocar las sirenas y a dar señales de bienvenida solidaria a este grupo que en total serían más de setenta personas, entre familiares, amigos y voluntarios de distintas compañías de Santiago. La llegada fue lenta por el cansancio de los peregrinos y el recibimiento de los andinos.

A las 5 de la tarde se celebró la santa misa, vino especialmente para esto el padre Desiderio Morales, religioso pasionista. Asistieron numerosos fieles  y el coro de las madres. La intervención del Padre fue verdaderamente providencia, pues supo dar a los peregrinos y de más personas aliento y apoyo, junto con orientarlos en el sentido profundo de lo que ellos estaban viviendo: dolor, esperanza, fe y gratitud. Después de la comunión, el Padre invito uno a uno, a la madre del accidentado y a varios voluntarios de las distintas compañías de Santiago y de Los Andes, para que se acercarán al micrófono y dieran su testimonio del milagro que habían constatado.


fue el momento más conmovedor, pues al hablar con sus voces visiblemente emocionadas, pero al mismo tiempo convincente, hicieron comprender que realmente estaban viendo un momento fuerte, una experiencia que los marcaba hasta el fondo. Uno de ello, el más joven, era el que había dado la idea de ir a Los Andes, y en sus palabras se dirigió a Teresa hablándole  como a una amiga a quien quería mucho y en quien confiaba ciegamente; era tanta  su emoción que no pudo continuar con su testimonio. Otro de ellos, al terminar de expresar su gratitud a Dios y a la Santa, regaló al Padre Morales un banderín de su compañía como signo de afecto. También dejaron dos o tres banderines para recuerdo de esta peregrinación, que se conservaron entre las placas recordatorias que dejan los peregrinos.

De este milagro y de la peregrinación se supo en todas pares a causa de la publicad de que se hizo cargo la prensa. La comunidad puso esperanza en esto pensando que era verdaderamente el milagro necesario para la beatificación y esperó que con la Gracia de Dios se pudieran realizar las gestiones necesarias para reunir los testimonios y documentos, sobre todo una detallada y completa historia clínica hecha por los médicos que lo atendieron, para realizar el correspondiente proceso que lo calificara como milagro de primer orden y atribuirlo realmente a Teresa de Los Andes.

Proceso Ordinario 

El proceso ordinario del milagro se realizó en Santiago desde el 4 de diciembre de 1990 al 29 de mayo de 1991 mediante los interrogatorios e investigación  llevada a cabo por un tribunal. Éste estaba a formad por el Pbro. Alerto Villarroel, abogado y profesor de derecho canónico, quien actuó como juez delegado; el Pbro. Jerónimo Walker Cruchaga, promotor de justicia; el doctor Henry Olivi, médico perito; la Sra. Ana María Risopatrón Larraín y Sra. Pilar Capdevila Honorato, notarias; además del Padre Marino Purroy Remon ocd, vice postulador  quien, con este trámite, vio coronados sus esfuerzos en el proceso de Teresa. Su generosidad, su humildad, su constante empeño por difundir la vida y el mensaje de la santa carmelita por medio de innumerables publicaciones salidas de su pluma, fueron semillas que dieron y siguen dando abundantes frutos.

En el mes siguiente, proceso del milagro fue llevado a Roma para su correspondiente examen. El 2 de junio de 1992 recibimos la feliz noticia de que, habiéndose reunido la consulta médica formada por cinco peritos, llegaron unánimemente a la siguiente conclusión: el hecho de que se trata no se puede explicar por la actual ciencia médica y que, por lo tanto, lleva lodos los caracteres de extra naturalidad.

Con este paso decisivo se podía decir que quedaban abiertas las puertas para la canonización. Efectivamente, a sesión de los Sres. Cardenales se realizó el 7 de julio siguiente con un resultado totalmente positivo. Cuatro días después, el Santo Padre llevo a cabo la Promulgación del Decreto del Milagro y, para finalizar el año, el 11 de diciembre de 1992 se celebró el Consistorio ordinario público en el que fue preparada y publicada la canonización por parte de Juan Pablo II, y fijada como fecha para la misma el 21 de Marzo de 1993.

 

A un paso de la meta

Con júbilo desbordante llegó el Padre Simeón de la Sagrada Familia, el 31 de diciembre de ese ajetreado año, para hacer los preparativos próximos para esta fecha memorable.

Durante meses se mantuvo la posibilidad de que Teresa de Los Andes fuera canonizada en Santo Domingo, República Dominicana, ya que en octubre de ese año se realizarían en ese lugar dos grandes evento sede la Iglesia en América: el inicio de IV Asamblea General del Episcopado Latinoamericano y las celebraciones conclusivas del V centenario de la evangelización de América.

Se había previsto para esta ocasión la presencia del Santo Padre Juan Pablo II y de muchísimos obispos de la diócesis de nuestras tierras. El día 11 era el señalado para la canonización de la beta Teresa juntamente con la del obispo agustino recoleto, Ezequiel Moreno. Debido a que la salud algo quebrantada del Papa, no se pudo realizar a tiempo y se prorrogó.

 

Santa Teresa de Los Andes 

(Juanita Fernández Solar), es la primera chilena y la primera Carmelita americana que ha alcanzado el honor de los altares.

Nació en Santiago de Chile el 13 de julio de 1900, en el seno de una familia acomodada muy cristiana. Sus padres fueron Miguel Fernández y Lucía Solar.  Desde sus 6 años, asistía con su madre casi a diario a la santa misa y suspiraba por la Comunión, que recibió por primera vez el 11 de septiembre de 1910. Desde entonces procuraba comulgar diariamente y pasar largo rato en diálogo amistoso con Jesús. También desde su niñez vivió una intensa vida mariana que fue uno de los cimientos fuertes de su vida espiritual. El conocimiento y amor de la Madre de Dios vivificó y sostuvo todos los momentos de su camino en el seguimiento de Cristo.

Hizo sus estudios en el colegio del Sagrado Corazón (1907 - 1918). Profundamente afectiva, se creía incapaz de vivir separada de los suyos. Sin embargo, asumió generosamente la prueba de estudiar en régimen de internado los tres últimos cursos, como entrenamiento para la separación definitiva, que consumaría el 7 de mayo de 1919, ingresando en las Carmelitas Descalzas de Los Andes.

A los 14 años el Señor le habló diciéndole que quería su corazón sólo para Él, dándole también la vocación al carmelo. Dentro de su preparación está la lectura de santos carmelitas y la correspondencia con la Priora de Los Andes. A los 17 años expone su ideal carmelita "sufrir y orar" y con ardor defiende su vida contemplativa, que el mundo "tacha de inútil". Le ilusiona saber que su sacrificio servirá para mejorar y purificar al mundo.

Como Carmelita se llamó Teresa de Jesús, no alcanzando a vivir ni un año entero en el convento. Murió el 12 de abril de 1920. Las religiosas aseguraban que había entrado ya santa. De modo que, en tan corto tiempo, pudo consumar la carrera a la santidad que había iniciado muy en serio mucho antes de su primera comunión.

"Cristo, ese loco de amor, me ha vuelto loca", decía.

Y su ilusión y su constante o fue asemejarse a El, configurarse con Cristo.


Por eso, deseando llegar a ser una excelente copia suya, vivió decidida a ir hasta el fin del mundo atravesando el fuego si hubiera sido preciso para serle fiel.

Estaba siempre dispuesta a servir y a sacrificarse por los demás, sobre todo por alegría y felicidad, para hacer amable y atractiva la virtud.

Su vida fue enteramente normal y equilibrada. Alcanzó una envidiable madurez integrando en la más armoniosa síntesis lo divino y lo humano: oración, estudios, deberes hogareños... y deporte, al que era aficionadísima, destacando en la natación y en la equitación.

Como joven bellísima, simpática, deportista, alegre, equilibrada, servicial y responsable, Teresa de Los Andes está en inmejorables condiciones para arrastrar a la juventud en pos de Cristo, y para recordarnos a todos que es preciso cumplir el programa evangélico del amor para realizarnos como personas.

Por su intercesión está derramando el Señor una copiosa lluvia de gracias y favores de toda especie y atrayendo hacia Sí a innumerables hijos pródigos. Su santuario, visitado por más de cien mil peregrinos cada mes, se ha convertido en el centro espiritual de Chile.

Así Teresa de Los Andes viene cumpliendo la misión que ya le fuera reconocida poco después de su muerte: despertar hambre y sed de Dios en nuestro mundo materializado.
Beatificada por Juan Pablo II en Santiago de Chile el 3 de abril de 1987, ha sido solemnemente canonizada por el mismo Sumo Pontífice en Roma el 21 de marzo de 1993.


 REVISTA TERESA DE LOS ANDES, EDICIÓN ESPECIAL 2021

 

Queridos amigos y lectores

Estamos dando inicio a una nueva línea editorial, que tiene como finalidad permitir a los lectores interesados profundizar en algunos tópicos de la espiritualidad y específicamente de la espiritualidad carmelitana. 

Esta nueva edición es fruto del 1er Congreso sobre Teresa de Los Andes, realizado en mes abril de 2021 de manera online a través de las distintas redes sociales que tiene el Santuario Teresa de Los Andes.

Esperamos que esta edición permita ahondar en los rasgos anteriormente señalados y sea motivo para que cada uno pueda seguir profundizando en su figura a través de sus escritos Diarios y Cartas.

Rodrigo Segura Orrego, ocd
Rector Santuario 

 

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